Esta etapa nos conduce desde la Tierra de Campos hasta el Cerrato Palentino, conectando dos paisajes radicalmente distintos. Desde Becerril de Campos, rodamos por carreteras secundarias y solitarias, ideales para disfrutar sin prisas, cruzando arroyos donde el cangrejo de río sigue siendo protagonista.

Llegamos a Mazariegos, donde una torre de observación nos regala vistas infinitas antes de enlazar con la Vía Verde del Tren Burra, tramo rodador que desemboca en el Canal de Castilla, justo a las afueras de Palencia capital, custodiada en la distancia por su Cristo del Otero.

Un carril bici nos adentra en el Monte de Palencia, pulmón verde de la ciudad, perfecto para dejarse llevar por senderos entre pinares antes de descender hacia Dueñas, con su peculiar estampa de bodegas escalonadas y torres medievales.

Continuaremos nuestro viaje atravesando la autovía y el puente sobre el río Pisuerga, de nuevo nuestro compañero, para seguir por increíbles pistas hacia esta nueva comarca.

Ya en el cerrato, las pistas nos conducen a Tariego. Muy cerca, si queremos desviarnos, nos espera una joya visigoda: la iglesia de San Juan de Baños, con aguas «milagrosas» según el rey Recesvinto.

El paisaje se transforma en valles y cerros ondulados, que sin superar los 900 metros de altitud, exigen piernas y técnica. Finalizamos en Baltanás, capital del Cerrato, con su mágico barrio de bodegas, que recuerda a un escenario de Tolkien y, dicen, inspiró a Gaudí para las chimeneas de la Sagrada Familia. Realidad o leyenda, hemos llegado a una comarca que se pedalea con emoción.